La separatidad: el dolor de ser humano
- RDíazG
- 23 jun 2019
- 3 Min. de lectura
El concepto de separatidad (traducción al español de separateness, también entendido como “estado de separación”, probablemente lejos del contenido de la palabra en su idioma original), abordado por E. Fromm en el arte de amar, se refiere a la conciencia de sí mismo como entidad individual, y por ende, separada del entorno que percibe, y con una voluntad limitada por el espacio - tiempo. Esta vivencia sería para Fromm el origen de la angustia más primordial del ser humano, entendido como ser social desde su nacimiento como especie. Para ejemplificar con un contraste, el estado animal más puro se basa en una conexión plena con la naturaleza, por lo que la vivencia de separatidad aquí probablemente no existe.
La solución del homo sapiens como especie contra el problema de la supervivencia es en gran medida la relación social, formadora de grupos que trabajan en conjunto contra la hostilidad del entorno. Llama la atención que siendo la solución una “conexión” entre personas, requiere en su raíz desarrollar la personalidad, una organización psíquica capaz de interactuar con el entorno, pero que en su interacción justamente limita esa conexión (sin comillas). El fenómeno mediante el cual una “persona” es capaz de relacionarse con otra y con su entorno en general, llamado proyección por C.G. Jung, sería un proceso inconsciente y primordial para poder integrar cualquier estímulo a la consciencia. La realidad del día a día se compone de proyecciones continuas del propio contenido sobre los objetos percibidos, permitiendo así procesar por asociaciones, reciclando lo percibido en los primeros años de vida, lo cual significa una solución fisiológica sumamente eficiente.

Como el fenómeno se produce de forma ubicua en la vida humana, se produce también en las relaciones interpersonales independiente de la cercanía entre los participantes. Solo por ser humano, el primer contacto con cualquier otro ser humano implica una proyección de cierta porción de los contenidos propios, sean conscientes o no para el sujeto, sobre el interlocutor. Es decir, el proceso se diferencia poco de hablar con un espejo. ¿Se les ocurre una imagen más característica de la vivencia de separatidad?. El sujeto con una buena estructura de personalidad no tendrá mayores problemas con este proceso y de hecho, sacará gran provecho de vivenciar sus contenidos con los demás (y estos a su vez con el), pero en el fondo la angustia permanece de forma furtiva, en el inconsciente del ser humano como un colectivo. El ser humano lo intuye y siente la pulsión de solucionarlo, cuyo escenario más claro es la relación amorosa en general.
Si la supervivencia ya está asegurada, ¿existe alguna posibilidad para el ser humano de superar la separatidad?. ¿Existe la posibilidad de sublimar la relación social, entendida como una solución evolutiva, pero aun así animal?. Si intentamos imaginarla, probablemente surge al momento en que como individuos, trabajamos para recuperar las proyecciones adheridas a nuestros contactos, lo que significa de alguna manera reintegrar los contenidos propios, en su mayoría inconscientes, a la consciencia de ser. Implica una verdadera exploración de la propia arquitectura, con el miedo correspondiente a abordar lo que justamente escondimos hace muchos años, pero que se actualiza día a día en estas proyecciones. Solo recuperando la imagen propia podemos limpiar de forma progresiva la imagen real del otro ser con el que tomamos contacto, y probablemente en este proceso facilitamos que el otro lo haga también.
Más que romper el espejo, guárdelo (pero sepa que esta ahí).

Comments